Vuelve a LA NACION la guía para las familias con todas las respuestas sobre tu hijo que necesitás saber
Durante diez capítulos y de la mano de reconocidos especialistas, la segunda temporada de “Primerizos, ¿y ahora qué“, buscará resolver las dudas más frecuentes, para que convertirse en padres pase de ser un “lanzarse al vacío” a uno de los desafíos más significativos y disfrutables de la vida

Criar en estos tiempos no es algo lineal, mucho menos sencillo. Es más bien un desafío, tal vez el más importante y significativo, desde que una pareja decide convertirse en familia y el abanico de opciones que se abre inmediatamente después de tomar esa decisión.
Cuando llega un bebé a una casa aparecen un sinfín de situaciones y dificultades que no sabemos cómo resolver. En primer lugar, porque no conocemos a nuestro hijo y tenemos que empezar a decodificarlo, a leerlo, a entender qué le pasa cuando hace una mueca, cuando emite un quejido, cuando llora o simplemente cuando nos dedica una de sus mejores sonrisas. En segundo lugar, porque cada experiencia que se nos presenta es única e incomparable a la de otros bebés, a la de otras familias; nada es ciento por ciento igual.
Los padres, especialmente los primerizos, se enfrentan en el día a día a exigencias internas y presiones externas mientras están imbuidos (casi saturados) de la sobreinformación que reciben a lo largo de este camino, indescriptible y complejo, que implica criar a un hijo durante sus primeros años de vida, y a aprender junto con él cómo hacerlo mejor.

Primerizos, ¿y ahora qué?, regresa a LA NACION con el fin de brindar más respuestas a muchas de esas preguntas que aparecen en la vida de un bebé y de un niño pequeño, y ayudar a las familias a transitar con más confianza los obstáculos o sorpresas que puedan surgir, sabiendo que no hay una maternidad o paternidad ideal, sino una posible o real.
De la mano de reconocidos profesionales, expertos en distintas temáticas, la segunda temporada de este ciclo audiovisual, que se estrenará el próximo martes 17 de junio -con partners como ClubNutri, Huggies, OSDE y Plenitud-, vuelve como una verdadera guía de consulta en pos de conocer y profundizar sobre aquellas situaciones que más inquietan a los primerizos, y lograr así que puedan sortear con seguridad la incertidumbre que esos mismos momentos generan.

Ponerse de acuerdo
Definir cómo será nuestra familia, nuestro núcleo más chiquito, y nuestro estilo de crianza, es decir, esa construcción espontánea y voluntaria de las estrategias que utilizaremos como padres y que describen, a su vez, los modos en que reaccionamos y respondemos a las diferentes actitudes de nuestro hijo durante su desarrollo, sólo es viable cuando dejamos de lado la idealización de lo que implica este rol y desafío, y abrazamos la realidad con sus matices y sus contingencias.
En esta necesidad de ponerse de acuerdo y de establecer acuerdos por encima de las individualidades propias de cada integrante de la pareja, es fundamental lograr que aquello sobre lo cual se acuerda sea sostenible en el tiempo. ¿Cómo garantizarlo?
Maritchu Seitún, psicóloga especializada en orientación a padres y referente en crianza, sostiene en diálogo con LA NACION que “los padres tienen que saber que la mejor solución debe responder a una síntesis entre lo que quiere mamá y lo que quiere papá, sin gastar energía en pelear cada uno al defender su postura a ultranza”. Dicho de otro modo, hablamos de acuerdos en beneficio de todos, sin que ninguno salga perjudicado. “No vale si uno de los dos no quiere o algo no es respetado por los dos; no nos criticamos”, enfatiza.
En tanto, Ingrid Gerold, médica pediatra y jefa del Servicio de Pediatría del Grupo Médico Lomas de San Isidro, establece una conexión entre estas decisiones y el concepto de los “1000 días”, es decir, los que transcurren desde la concepción hasta los 2 años de vida, y que representan una ventana única de oportunidad del desarrollo físico, neurológico, inmunológico y emocional del bebé: “Todo lo que sucede en este período, desde la alimentación, el vínculo y el entorno, hasta el cuidado de la microbiota, impacta en su salud presente y futura. Es un momento clave para sentar las bases de una crianza saludable”.
En sintonía con esto, la pediatra Agustina Xalambri, especialista en crianza respetuosa y consultora en sueño infantil, sostiene también de la necesidad de acompañar a la díada mamá-bebé, porque no se puede pensar en el bienestar de uno sin el otro. “El modo en que ese bebé es mirado, sostenido, cómo se lo consuela, organiza su mundo emocional y le da herramientas para confiar, regularse y vincularse”, destaca, al tiempo que remarca que por eso “desatender esta etapa [la de los 1000 días] es perder una oportunidad de oro”. “Muchas de las cosas que no se construyen o no se cuidan en este tiempo no siempre pueden recuperarse más adelante. Necesitamos estar ahí para acompañar, para cuidar y para dejar huellas para toda la vida”, refuerza.
Lo cierto es que a la hora de definir cómo será nuestra familia y su evolución es fundamental ser flexibles y tener en cuenta que las condiciones en la crianza cambian muy rápido, a medida que los chicos crecen, y esto obliga a tener que renegociar acuerdos a medida que pasa el tiempo. “Venimos de familias distintas, con historias diferentes; lleva tiempo compatibilizar esas dos historias para lograr un Nosotros”, subraya Seitún.

Un vínculo que se construye
La hoja de ruta que sigamos al momento de plantearnos cuál será el estilo de crianza que sea más acorde a ese “Nosotros” y la construcción del vínculo entre padres e hijos van casi a la par. Inclusive, en general, suelen ser previos al nacimiento.
“El vínculo empieza con las ganas de tener un hijo, con los sueños, los anhelos; sigue con el embarazo y los controles médicos, y disfrutar de las pataditas, la ecografía en la que vemos al bebé chupándose el dedo…es maravilloso que ambos padres participen activamente y le den tiempo dentro de sus días agitados, para ir construyendo ese vínculo”, plantea Maritchu Seitún.

En la previa del Día del Padre es válido recordar el protagonismo que adquirió el varón cuando se trata de armar equipo con la madre. “Cuando el padre acompaña activamente desde el inicio no sólo se refuerza el vínculo familiar, sino que ayuda a contener a la madre, facilitar la lactancia, compartir el cuidado y tomar decisiones juntos. Sentirse en equipo reduce el estrés y hace más llevaderos los desafíos con tu bebé en casa”, asegura Gerold.
En este sentido, Xalambri explica que por eso hoy se habla de una presencia activa, empática y corresponsable desde el primer día: “Que abrace el desorden, que esté presente en las decisiones, que pregunte, que se informe y que también se habilite a disfrutar de su propio vínculo con el bebé. Cuando los cuidados se reparten, cuando hay un otro que sostiene, acompaña y se involucra, también la maternidad se vuelve más posible”.
El lado B de ser padres
En medio del estreno de la maternidad y de la paternidad y sus malabares cotidianos es moneda corriente descubrir contrastes entre las expectativas puestas en el día a día y en el rol, y las imágenes que nos devuelve la rutina. Lo cierto es que la realidad puede y suele ser mucho más compleja y caótica que la escena de película que teníamos en nuestra mente en torno a lo que implicaba ser padres.
Diego Pins, counselor especializado en terapia de parejas, coordinador de grupos de varones en su rol de padres y coautor, junto con Matías Criado, del libro Nace un papá, propone a este medio pensar la crianza en tres niveles de análisis y de posibilidades: “El primer nivel sería el que plantean los libros y sería casi la situación ideal. Luego viene un nivel que sería el deseado por cada padre y madre, adónde vamos a apuntar como familia. Y por último, tenemos el nivel de lo real, que se da en la interacción diaria, entendiendo que entre adultos y niños hay una interacción que está delimitada por las características propias y únicas de cada uno”.

Respecto de esta interacción y el modo en que se va profundizando el vínculo entre padres e hijos, Aurora Lucero, psicóloga e integrante del Equipo de Psicología Perinatal y de la Primera Infancia UBA-Conicet, hace hincapié en la capacidad del adulto de estar disponible y concentrado en el otro; de escuchar, mirar, observar y traducir lo que el niño necesita, porque justamente para formar vínculos sólidos y saludables, se requiere de tiempo y disponibilidad. “Somos los adultos quienes organizamos la escena, nunca el niño. Somos nosotros quienes transmitimos seguridad en la determinación con la cual damos los recursos para que se autorregulen y se organicen durante la primera infancia”, reflexiona.
De esto mismo se desprende la importancia de desarrollar este “lado B” de ser padres; de poner sobre la mesa temas cotidianos, muchos de los cuales pueden prestarse a confusión, y también dejar atrás esas creencias que se transmiten de generación en generación como si fuesen reales, porque terminan por marear o desorientar. Lo hicimos durante la primera temporada de Primerizos, en la que derribamos mitos sobre el puerperio, los primeros baños, los motivos del llanto del bebé, la medicación y la lactancia; el sobrecansancio y las siestas; los riesgos del método BLW; la crianza respetuosa como estilo asociado con el libertinaje; y el control de esfínteres, con el verano; y asumimos el compromiso de repetirlo en esta segunda temporada, con temas que desvelan a más de un padre, como las pantallas y el aburrimiento o el sueño; la hora de las brujas; los terribles dos; las emociones como moda; y la adaptación del jardín asociada a una pérdida de tiempo, entre otras creencias que pondremos bajo la lupa.

Con el fin siempre puesto en facilitar información y ofrecer nuevas miradas, herramientas y estrategias vinculadas a las familias, "Primerizos, ¿y ahora qué?" recorrerá los martes, cada quince días y a lo largo de diez capítulos, todo aquello que atañe al mundo de los bebés prematuros, sus cuidados, riesgos y el enfoque centrado en la familia; la psicología materna, el síndrome de baby blues y la depresión postparto; las primeras vacaciones en familia, desde la planificación hasta las emociones, la seguridad y los destinos; el destete como el último capítulo de la lactancia; los signos de alarma en los más chicos y cuándo es necesario ir a la guardia; los enemigos del sueño; la estimulación, el juego y el aprendizaje: qué esperar y cómo acompañar cada hito del desarrollo; la gestión de las emociones y el papel del “mindfulness”; el comienzo y la adaptación al jardín, factores determinantes y tipos de pedagogías; y la crianza organizada, desde los primeros no a las rutinas y los límites diarios.

“Infoxicación” y la red de sostén
Criamos o intentamos criar con un norte. Estamos interesados en el desarrollo y el bienestar emocional de nuestro hijo e informados (o sobreinformados, por momentos). Pero la mayor parte del tiempo lo hacemos solos, muy solos, en soledad. Nos faltan manos y fuerzas. También cabeza, creatividad y una agenda, menos apretada y más espontánea, sin por eso perder el foco. ¿Para qué? Para que ser primerizos pase de ser un “lanzarse al vacío” a ser un reto mucho más ameno y disfrutable; una experiencia única.
El leitmotiv que recorre este ciclo desde su lanzamiento es ser una guía, un compendio de miradas sobre distintas situaciones que entendemos que interpelan y preocupan a las familias que se estrenan como tales.
Las vivencias personales, de pareja, y compartidas con otros -que están sintonizando la misma etapa de la vida que nosotros-, esa “tribu” o “red de sostén”, harán el resto y nos ayudarán, sin duda, a convivir mucho más a gusto con nuestra nueva realidad, lejos de expectativas de película, con este presente irrepetible que elegimos transitar, aunque estemos sumidos en la incertidumbre y casi a ciegas.