Para un académico formado en Yale, el sistema judicial argentino está “anclado en la persecución partidista”
El investigador Germán Feierherd presentó un estudio sobre el rol de los fiscales de nuestro país; sostuvo que “en la democracia argentina ninguna persona inocente es condenada por corrupción”
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Acción e inacción. La primera es visible, puede medirse y se maneja en el plano de lo concreto, mientras que la segunda es más difícil de detectar, pertenece al mundo de lo opaco. En los casos de corrupción, la hipótesis del académico Germán Feierherd es que el sistema judicial argentino está anclado en la persecución partidista. Si el acusado pertenece al poder de turno, la investigación de los fiscales federales no se mueve. Sale de su letargo solo si cambia el signo político gobernante.
Feierherd, profesor del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de San Andrés y doctorado en Yale, presentó el resultado de un estudio y advirtió sobre la gran influencia que tiene un fiscal en los casos de corrupción y cómo su actividad o falta de ella se vincula a su alineamiento político y el del investigado.
Los datos fueron extraídos de todos los casos de los tribunales de Comodoro Py entre 2013 y 2023, que involucraban a funcionarios, exfuncionarios y del Congreso. Según el académico -que expuso en la Universidad Torcuato Di Tella- un fiscal federal tiene escasos incentivos para investigar al gobierno que lo nombró. Existe un riesgo de no avanzar en su carrera profesional o que su investigación se obstaculice.

En cambio, hay una recompensa por proteger al funcionario cuando existe una coincidencia partidaria. En los momentos de transición política se ven los cambios en la actitud de los acusadores. Aún con las falencias que denunció sobre el funcionamiento del sistema judicial en nuestro país concluyó que en la democracia argentina nadie inocente es condenado por corrupción.
“Las investigaciones de corrupción se volvieron relevantes en el mundo y siguen un trayecto conocido. Cuando los gobernantes están en el poder no hay muchos avances, los presidentes tienen un control fuerte sobre la Justicia. Esta influencia de poderes formales e informales se debilita recién cuando los partidos vuelven al llano”, dijo Feierherd.
Ilustró su teoría con los casos recientes de Corea del Sur, donde dos expresidentes fueron apresados, la condena a Nicolas Sarkozy en Francia, las investigaciones que avanzaron contra el mandatario norteamericano, Donald Trump, cuando terminó su primera presidencia y la más actual, la sentencia de la Corte Suprema contra Cristina Kirchner.
Para el investigador, la posición de los expertos sobre aquel patrón en las democracias modernas se divide entre quienes lo ven como un reflejo de persecución política y quienes entienden que es un símbolo de que la Justicia finalmente llega a donde antes no podía acceder por el obstáculo del poder.
Según Feierherd, el poder de selección de los presidentes es limitado. Pueden nombrar importantes fiscales para blindarse, pero cuando estos actores ven que los políticos pierden su poder se realinean. “Cuando las causas son asignadas a fiscales afines al gobierno la justicia camina más lenta y hay menos conflictividad, progreso, apelaciones y posibilidades de que el caso llegue al juicio oral”, señaló el académico sobre el resultado de la investigación que realizó con Guadalupe Tuñón, académica de la Universidad de Princeton.
Feierherd dijo que la actitud de los fiscales es medible en base a la producción de pruebas, el llamado a testigos y las apelaciones que presentan. De las denuncias que entraron a Comodoro Py en el periodo de muestra, identificó 1000 causas vinculadas a funcionarios kirchneristas y 1000 de Juntos por el Cambio, que indicaban una conclusión: cuando cambió el gobierno cambiaron las actitudes de los fiscales.
“Los fiscales tienen estabilidad en el cargo, lo que nos permitió comparar su comportamiento bajo un signo político y otro. Los cambios son visibles. En una transición de gobierno, los fiscales que tienen incentivos débiles para investigar aprovechan las posibilidades de avanzar en su carrera ante un nuevo gobierno. Mientras que investigar al poder de turno supone un riesgo, la falta de acción no trae consecuencias”, añadió Feierherd.
Consultado por LA NACION sobre el impacto del resultado de su estudio en la calidad democrática argentina, expresó: “Son muchas las instancias y los actores que intervienen en el proceso judicial. Actúan múltiples jueces y fiscales, es un proceso muy largo. Si bien tenemos un sistema judicial con fiscales que se manejan con un sesgo partidario, y donde no se sanciona su inacción al momento de investigar, es muy difícil que un político que es inocente termine condenado por corrupción”.
