Pablo Lena: de los días del Gato Montés y su relación con Reina Reech a su vida en Mar del Plata
Estuvo a punto de trabajar con Susana Giménez pero decidió que estar en Reina en colores era una mejor oportunidad; hace trece años se radicó en Mar del Plata
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Debutó en un musical de Pepito Cibrián, estuvo a punto de ser un Susano en el programa de Susana Giménez, pero optó por trabajar en el programa infantil Colores, donde fue el Gato Montés. Se enamoró de Reina Reech y fueron padres de Bautista, también actor.
De Pablo Lena se trata, quien vive hoy en Mar del Plata junto a su pareja, Verónica Luciani, bailarina y actriz. Trabaja en una fábrica de pastas familiar y nunca dejó de hacer teatro. En una charla con LA NACION, Lena cuenta por qué no se considera actor y bailarín pero sí artista, habla de su relación con su hijo y de su historia de amor.
-¿Cómo es tu vida en Mar del Plata?
-Nos vinimos en 2012, convocados por Emilio Comte para hacer la obra de teatro Paula y los leones, con Verónica Luciani que es mi pareja. Durante mucho tiempo fuimos y vinimos hasta que a Vero se le ocurrió que podíamos abrir un estudio de arte y nació AlegrArte, que tuvimos hasta la pandemia, aunque queremos volver a reflotarlo. Anhelamos AlegrArte aunque físicamente todavía no está. Además, trabajo en Mon Petit, que cumple 60 años y es la fábrica de pastas de la familia de Verónica. Y la realidad es que ese trabajo nos banca en lo que queremos hacer (risas). Todo tiene un poco de pulmón. Además, estoy trabajando en un boceto de un show que tiene que ver con el tango, pero está muy verde.

-¿Mudarse a Mar del Plata fue una decisión o se fueron quedando?
-Nos fuimos quedando y se dio. Alquilamos una casa para una temporada y nos quedamos. Después tuve la oportunidad de hacer radioteatro con un ciclo en el que estuve diez años, Los locos del radioteatro, con Emilio Comte y muchos otros actores. Hicimos comedias de Sandrini, Pepe Arias, Serrano. Tenía mi set para hacer efectos especiales y ambientación y podía crear como clown y actor, porque los sonidos eran una parte importante de la obra.
-¿Cómo fue ser papá a la distancia?
-Sentí que tenía que estar muy presente en la vida de Bauti hasta que fuera adolescente. Era fundamental. Y después podía ir viendo. Nunca me reclamó nada, al menos hasta ahora (risas). Me pareció una buena decisión. Él siempre viene a Mar del Plata y yo también viajo a Buenos Aires, aunque no en la frecuencia que me gustaría. Y nuestros encuentros son como si nos hubiésemos visto ayer. Cuando eso sucede significa que está todo bien. Tenemos un grupo de WhatsApp con Vero y él que se llama Las viejas locas (risas).

-¿Cómo entraste al mundo del espectáculo?
-Me hice en la calle, o mejor dicho en el escenario (risas). No digo que soy actor porque me considero artista: estudié algo, pero más me hizo el oficio. Estudié con Agustín Alezzo, Juan Carlos Gené, Rubén Cuello, Ricky Pashkus. Y aprendí de todo: iluminación, escenografía, sonido, producción. Hago lo que se necesite. Algunos dicen que soy bailarín y yo creo que no porque los bailarines tienen tanto entrenamiento y disciplina que no me animo a compararme.
–Pero bailás...
–Si, bailo, es verdad. A los 17 años fui a una audición con Pepe Cibrián y ahí empezó todo. Estuve en George Sand, uno de los primeros musicales de Pepe con música de Martín Bianchedi y Ángel Mahler, en 1984, y también trabajé en Calígula. No tenía nada de experiencia, pero me enteré de la audición de Pepe, me mandé y quedé. En esa época nos juntábamos con amigos para hacer improvisaciones en Villa Devoto y el coach era Gabriel Corrado. Y antes la típica, estaba en todas las obras del colegio.

-¿La popularidad llegó con Reina en colores y el Gato Montés?
-Colores recién apareció diez años después. Antes hice mucho teatro y giras, por ejemplo con Doña flor y sus dos maridos, con Adrián Ghio, Aldo Barbero y Peggy Sol. Con ellos aprendí mucho y me acuerdo de un consejo que me dio Barbero y que seguí al pie de la letra. Me decía: “En el escenario vos hablá recién cuando sientas la frente calentita (por las luces)”. Y nadie te aviva de esas cosas…O cuando hacía Cenicienta en el Teatro Cervantes; Gogó Andreu me pedía que la frase anterior a su bocadillo, le tocara el hombro y era porque dormía la siesta (risas). Tenía una sillita en la pata del escenario, y yo le tocaba el hombro y salía en personaje como si estuviera en vigilia. Lo de Colores fue milagroso.
-¿Por qué fue milagroso?
-Ya había trabajado con Esteban Villareal en un infantil y después, por las noches, hacíamos shows juntos. Entré a Colores porque se fue uno de los actores antes de la grabación de la apertura. Creo que ya habían hecho algo, y Esteban le habló de mi a Reina y fui a ATC para una audición. En ese momento yo estaba audicionando para ser un Susano con Marcelo Iripino, pero al final me decidí por ir a Colores.

-Entonces elegiste a Reina Reech y no a Susana Giménez...
-Sí, porque en Colores tenía la posibilidad de actuar, cantar y bailar. Soy más ladrante que cantante, pero bueno (risas). Me pareció una mejor oportunidad estar en Colores que en el programa de Susana. Durante años fui el Gato Montés y todavía hoy mucha gente me sigue diciendo, “qué hacés Gato”. Creo que hemos dejado una buena huella en el mundo del teatro y los programas infantiles y los padres lo agradecen. Fueron varios años de mucho aprendizaje. Un mundo que es alucinante. Después seguí con el Gato en otro espectáculo que se llamaba Entregatos, con una banda buenísima que dirigía Mauro García Barbé. Flamenca fue la última experiencia del Gato antes de su novena vida aunque nunca se sabe, quizá vuelva (risas). Después hice Alicia Maravilla, con Florencia Peña y trabajé como actor e hice la iluminación, y estuve en 101 Dálmatas haciendo iluminación y realización de video.
-Y en Colores te enamoraste de Reina, ¿qué podes contar de esa historia?
-Fue muy linda y cuando nació Bautista mejoró todo...
-¿Y a Verónica como la conociste?
–-Empezamos a salir en 2004, pero la conocía de mucho antes. No nos vimos por años y volvimos a cruzarnos. Ella trabajó con Gerardo Sofovich en Diferente, con Flor de la V, y yo trabajaba en la obra Pinocho, las dos en el teatro El Nacional. Un día fui a ver la obra y empezamos a cruzarnos. Salimos como amigos, íbamos al boliche Sitges con Omar Calicchio, hasta que nos pusimos de novios. Hace 21 años que estamos juntos. No fuimos padres porque sentí que la responsabilidad de tener otro hijo era mucha y ella tampoco quiso. No se dio. Sigo pensando lo mismo. El mundo cambió tanto. No tendría otro hijo.
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