Juan José Saer: a veinte años de la muerte del “cónsul literario”, se multiplican los homenajes
En el marco del año consagrado al autor de “Cicatrices”, continúan las actividades que derivarán en el “Día Saer”, cuando se conmemore su nacimiento el 28 de este mes; reeditan sus grandes novelas
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Hace veinte años, en París, moría el escritor Juan José Saer, uno de los renovadores de la literatura argentina, después de Jorge Luis Borges (según la tesis de Ricardo Piglia). Tenía 67 años y, desde 1968, residía en Francia. Novelista, cuentista, poeta, ensayista, guionista de cine e incluso aforista (“Hay que escribir no para vagos lectores lejanos, sino para el vecino, pero como si el vecino fuera Robert Musil”, recomendó), fue creador de una zona ficcional específica, definida por un paisaje, redes temáticas y estilísticas y un elenco de personajes. Beatriz Sarlo, que fue su amiga y, con la profesora María Teresa Gramuglio y el editor Alberto Díaz, entre otros, una de las principales difusoras de su obra, le dedicó un ensayo fundacional: Zona Saer.
El artículo 5° de la ley 14.014 de la provincia de Santa Fe, sancionada en 2020 y conocida como “ley saeriana”, tras declarar patrimonio cultural e histórico la casa en que nació en Serodino, establece que 2025 es el “Año Saer”. El 28 de junio, en conmemoración del nacimiento del escritor, fue instituido como el “Día Saer”. Si bien la provincia de Santa Fe adquirió la casa natal de Saer en 2019, cuando era gobernador Miguel Lifschitz (lector de Saer), aún no se aprobó la partida para iniciar la puesta en valor de la propiedad.
Contra lo que se podría creer, Saer no es un escritor solo apto para las “capillas” literarias. “La literatura de Saer me acompaña desde que ingresé a la universidad a estudiar Letras, cuarenta años atrás -dice desde Río IV el escritor y profesor universitario José Di Marco-. Comencé a leerla en las ediciones del Centro Editor de América Latina que conseguía en una mesa de saldos por unos pocos australes, y desde entonces vuelvo, con placer y fervor, a ella que se resiste a abandonarme. Pero mi vínculo no es académico sino más bien afectivo. Me une, nos une, la reverberación de una memoria íntima que percute en el presente porque impide que me olvide de aquel chico de diecisiete años hechizado por el cinismo de Tomatis, las sentencias de Barco, la sabiduría taimada de Washington Noriega, por esa sintaxis lenta y ahíta de comas que trama pausas descriptivas de altísimo alcance lírico. Todavía me veo en mi habitación, allá en la casa de mi madre, apartando la vista de las páginas del libro, perplejo y fascinado, por el final de ‘Algo se aproxima’: la vida no tiene sentido. Así y todo, vale la pena entregarse a su contingencia. Consciente de ella, con fiebre y geometría, Saer escribió ficciones y poemas imborrables que aún están conmigo”.
En el sello Seix Barral se acaban de reeditar tres clásicos saerianos: Cicatrices (1969), Nadie nada nunca (1980, considerada una de sus obras maestras) y La ocasión, ganadora del Premio Nadal en 1987. Los libros -cada uno cuesta $ 28.900- están acompañados por textos de contratapa del escritor Juan José Becerra.

“Lo que queda en pie de Saer en estos veinte años de su obra viviendo sin él es una persistencia, una obstinación y una presencia de sobrevida bastante saludable de lo que todavía podemos llamar, sin vergüenza, ‘literatura’ -dice Becerra a LA NACION-. Sus libros encarnan una radicalidad que es menos del uso de la lengua que del don de la contemplación. Es un cazador del tiempo que se detiene en los fenómenos, las cosas y las vibraciones del alma humana como si el sentido principal de la literatura no fuese escribirla sino más bien encontrarla mucho antes en las ilusiones de la percepción. Suena a paradoja porque Saer es un artista de la escritura, pero ese arte está supeditado a su talento de rabdomante de lo que él mismo llamó ‘el universo conocido’ y del que se ocupó en todas las escalas”.
Veinte años sin Saer
En mayo comenzaron en Santa Fe las actividades del ciclo “Veinte años sin Saer”, con una charla organizada por el Ministerio de Cultura santafesino, la embajada de Francia y la Municipalidad de Rosario, en la que participaron Becerra, la escritora y cineasta Marilyn Contardi y el director y profesor Raúl Beceyro, estos dos últimos amigos cercanos de Saer. Contardi compartió un video de las visitas del escritor a sus amigos en la Argentina, desde 1983 en adelante, en Colastiné, durante la primavera. También se hizo una performance teatral basada en La grande, novela póstuma de Saer, dirigida por Juan Coulasso. La obra se estrenará en el Centro Cultural Borges en los próximos meses.
Por otro lado, se organizará una muestra con fotos de Alejandra López, David Fernández y Alejandro Guyot, que retrataron al autor en los últimos años de su vida. Primero se presentará en Serodino, el 27 de junio, y luego en la ciudad de Santa Fe. Ese mismo día, en la comuna de Serodino, la profesora Valeria Olivieri hablará con estudiantes secundarios, se proyectará el documental Retrato de Juan José Saer, del director Rafael Filippelli (amigo del escritor y pareja de Sarlo), y los editores Mariano Valerio y Mercedes Güiraldes conversarán con Becerra sobre la reedición de las novelas de Saer.
Los días jueves y viernes, la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y el Centro de Estudios de Literatura Argentina le dedica al autor de El limonero real unas jornadas en las que participarán Martín Prieto (autor de Saer en la literatura argentina), Analía Capdevila, Adrián Gorelik, Graciela Silvestri (que hablará sobre el paisaje en el imaginario del autor de Glosa), Aníbal Jarkowski, Nora Avaro, Sergio Raimondi (sobre la poesía saeriana) y Marcelo Bonini, entre otros. Las Jornadas Juan José Saer se realizan en el IV Encuentro de Editoriales Independientes y Universitarias y rinden homenaje a un escritor vinculado con Rosario en varios aspectos. En esa misma facultad, Saer cursó la carrera de Filosofía y, en calidad de oyente, asistió los cursos de literatura argentina de Adolfo Prieto. Allí también conoció a Bibí Castellaro, su primera mujer y madre de dos de sus hijos (uno de ellos, Jerónimo, murió en 2015).
En Rosario, además, Saer se relacionó con algunos de sus compañeros y amigos poetas: Aldo Oliva, Hugo Padeletti, Rafael Ielpi. Hoy, la obra saeriana es “bibliografía obligatoria” en la UNR así como en muchas otras universidades de la Argentina.
El viernes, a las 15.30, se presentará Juani. Pequeña crónica de una amistad (Ediciones UNL), “elegía” de Roberto Maurer, que fue amigo del escritor, con la participación de Ivana Tosti y Prieto. A las 19, en el Salón de Actos de la Facultad (Entre Ríos 758) la profesora y ensayista Nora Catelli, que será distinguida con el título de Doctora Honoris Causa de la UNR (laudatio a cargo de la profesora Judith Podlubne), dará la conferencia “La figura del cónsul”.
Acaso en cumplimiento de la ley saeriana, la provincia de Santa Fe difundirá durante el año la obra del escritor entre estudiantes de escuelas secundarias. En octubre, en la Feria del Libro que se realizará en la capital santafesina, Martín Kohan e Hinde Pomeraniec hablarán sobre el legado de Saer y los asistentes podrán dejarse guiar por el Recorrido Juan José Saer por la ciudad, desde la casa de los padres del autor (modelo de la casa del personaje de Carlos Tomatis) hasta el bar Tokio Norte, pasando por el edificio del Correo, el bar Doria, el Palace Hotel, el diario La Región y el hotel Conquistador.
Los restos de Saer, que hizo de la literatura una “ontología del devenir”, descansan en el Cementerio del Père-Lachaise.
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