
Arte: pienso, pinto, escribo
A cincuenta años de la publicación de Antiestética, Luis Felipe Noé exhibe sus pinturas políticas en el recobrado espacio del Centro Cultural Haroldo Conti

"Antes yo no creía mucho en los curadores, pero cuando uno se pone viejito necesita que lo cuiden", dice Luis Felipe Noé (Buenos Aires, 1933), uno de los artistas argentinos no sólo más reconocidos del arte local sino también, cabe agregar, uno de los más necesarios. Desde 1961, con Rómulo Macció, Jorge de la Vega y Ernesto Deira formó parte de la Nueva Figuración, una suerte de neoexpresionismo criollo. Luego del golpe de 1976, Noé se exilió en París con su familia (allí aún viven su hija Paula, pintora como él, y Gaspar, cineasta). Regresó al país en 1997 y desde entonces expone al menos una vez al año. Para Página/12, ilustró con collages y acrílicos Memoria del fuego, de Eduardo Galeano; hoy esas obras, a la manera de homenaje póstumo, forman parte de Olfato, su nueva muestra.
Durante la recorrida, los colaboradores de Andrés Labaké en el área de Artes Visuales en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti se ocupan de los últimos ajustes del montaje, que llevó tres semanas, en la luminosa Sala 1 de la institución situada en el predio de la entonces funesta ex Escuela de Mecánica de la Armada. A su lado, Cecilia Ivanchevich, conocedora de la obra de Noé, explicita las premisas de la exhibición, que tuvo su origen hace dos años, cuando Eduardo Jozami, el director del Conti, le propuso a Noé presentar una retrospectiva de su obra. No obstante, y en sintonía con el lugar de exposición, Noé rechazó la cronología y preparó un amplio panorama de sus obras políticas. "Un panorama permite exhibir obras de manera mezclada, con contrapuntos y diferentes tipos de lectura", dice. Y si hay algo que las obras de Noé poseen –en los más de cincuenta años de trayectoria de este artista que anticipó procedimientos como la segmentación del plano con fines narrativos o la utilización del lienzo como una lona plegable para crear otros niveles– es legibilidad. Tras el impacto global de la obra, en una segunda y tercera mirada se advierten en sus pinturas manchas entrecruzadas, elencos de personajes y también textos.
El carácter político de Olfato es evidente de entrada. La primera obra, Esto no tiene nombre III ("Que no es lo mismo que ‘sin título’", aclara Noé), muestra a varios cuerpos sin vida que caen al agua desde la altura. Pintada en París en 1976, durante el exilio, la obra se refiere a los "vuelos de la muerte" que los militares ejecutaron y que la sociedad argentina recién itió conocer veinte años después. El poder y su base, un díptico con dos formas asimétricas fechado en los años 80, recrea un contraste entre clases sociales que aún perdura. "La pregnancia visual de las obras de Noé -comenta Ivanchevich- es resultado de una operación ideológica que no va en detrimento de la calidad de la obra." ¿Por qué la muestra se titula Olfato? "Uno huele lo que sucede en el entorno; aunque no entienda qué ocurre, se da cuenta de que algo pasa –dice Noé-. Arte es percepción del entorno y todo entorno es político." Así lo atestiguan sus trabajos recientes, de la década de 2000, como Racataplán, una de las pocas obras verticales que se exponen, pintada al fragor de la protesta social durante 2002, o Interrupciones, de 2012, en pleno crac financiero global. En ambas, Noé parece "irse del plano" mediante una vorágine de manchas, figuras y escritos irónicos.
"Cuando pienso en el mundo, pinto; cuando pienso en la pintura, escribo", dijo una vez el autor de Antiestética, su famoso texto teórico publicado en 1965, mitad manifiesto, mitad legado, en el que Noé planteó formulaciones críticas y dinámicas sobre la práctica del arte en el mundo capitalista. "Antiestética es por un lado un testimonio de época en el sentido de que ese planteamiento y rupturismo eran propios de un artista joven de los años 60, y en particular, en la Argentina –es Ivanchevich quien habla–. Creo que ese libro sigue siendo vigente en el sentido de construcción de identidad artística argentina y que es un material infinitamente rico para la formación del pensamiento artístico. En ese sentido, para entender la evolución de ese pensamiento se complementa exquisitamente con el libro Noescritos, sobre eso que se llama arte, que Noé publicó cuarenta años después, en 2006, y en donde hay una depuración de muchos conceptos y consolidación de otros. Deberían ser textos obligatorios en las escuelas de arte de nuestro país." Obligatorios o no, los textos de Noé, similares a "actos de pensamiento", encastran como epígrafes o comentarios de las 82 obras que integran Olfato, pertenecientes casi por completo a la colección de los hijos del artista.
Ficha: Olfato, pinturas de Luis Felipe Noé en Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, Avenida del Libertador 8151. Hasta el 21 de junio. De martes a domingos (incluso feriados) de 11 a 20.